BREVE HISTORIA DE LA DROGADICCIÓN
Los estudios étnicos y antropológicos realizados durante los últimos lustros demuestran claramente que desde hace mucho tiempo, diferentes pueblos en épocas distante unas de otras, consumieron sustancias psicoactivas. Los arqueólogos tienen pruebas de que ya en la prehistoria se ingerían productos vegetales capaces de causar cambios psicológicos y sensoriales debido a los alcaloides contenidos en las raíces, los tallos, las hojas, las flores y las semillas de muchas plantas. La marihuana, la digital, la belladona, la reserpina y el opio son algunos ejemplos. Los propósitos que se perseguían al ingerirlos fueron variables: se querían efectos medicinales, se buscaba el acercamiento a los dioses especialmente con las sustancias alucinógenas o, como en épocas más recientes, se intentaba favorecer las relaciones humanas.[1]
[1] PURICELLI, José Luis., Estupefacientes y drogadicción, p.31.
Las denominadas drogas eran conocidas por la humanidad desde tiempos muy remotos. Estudios modernos, permiten ir cada vez más atrás en el conocimiento de estas sustancias psicoactivas, por parte del hombre primitivo, aun no agrupamos socialmente.
El opio y el cannabis en Asía, los hongos alucinógenos en la meseta mesoamericana, la coca en la cordillera de los Andes, junto al tabaco y el alcohol, eran ya conocidos en la antigüedad.
Los grupos humanos que desde el neolítico temprano comenzaban a experimentar con los principios activos de estas especies botánicas, solo conocían su efecto a través de la intoxicación aguda.[2]
Todas esas sustancias diseminadas por las distintas regiones del mundo eran consumidas a través de rituales generalmente colectivos y religiosos, reservados en su gran mayoría a la población masculina adulta.
[2] Verruno, Camilo: Las Drogas en el Tercer Milenio, p.p.18 y 19, “Revista de Salud Mental”, Ministerio de Salud y Acción Social, diciembre 1997.
Algo similar sucedía con los chamanes o brujos del altiplano mexicano. Estos se reunían y debían conocimientos o posiciones de hongos alucinógenos que contenían principios activos como la psiloscibina o la mezcalina obtenida del peyote, q es un cactus oriundo de la región. El objetivo del consumo de estos hongos era la comunicación con los dioses, y recibir e interpretar estos mensajes para el resto de la tribu.[3]
El chamanismo, debido a grandes cambios religiosos y culturales, fue erradicado en el viejo mundo y favorecido en las Américas.
Muy a menudo chamanismo y plantas se han fusionado, ya que la creencia de que estas poseen poderes sobrenaturales ha dejado huellas indelebles en las costumbres de estos pueblos americanos. “Las plantas contienen las sustancias del alma”: esto es tan así que en nuestros días el desarrollo alcanzado por la herboristería en Sudamérica es de enorme importancia mundial.
En Asia, especialmente en la China, el opio fue utilizado como vehículo de una conducta de evasión de la realidad, la cual termino integrándose a la cultura. No ocurrió lo mismo con los europeos, entre los cuales el opio causó verdaderos estragos.
En América latina, estos grupos conocieron la ebriedad y la intoxicación aguda, pero no la droga dependencia o el alcoholismo, patrimonio, estos últimos, de las sociedades modernas y complejas, es decir, de las poblaciones conformadas por los ciudadanos urbanos terciarios contemporáneos.
[4] Op. cit., p.22.
Reconocemos que la gran mayoría de fármacos de los cuales se abusa hoy en día eran utilizados y regulados por las civilizaciones anteriores. Parecería que estas conocían de antemano el posible peligro en el que incurrirían al descontextualizar las sustancias del “control grupal”.
Con el transcurso del tiempo, el consumo del alcohol y de las drogas se va secularizando, es decir, va perdiendo su carácter ritual y colectivo para dar paso a los consumos indisciplinados y solitarios, basamento de las farmacodependencias modernas.[5]
Nos interesa señalar la enorme diferencia que existe entre la forma de consumo que tiene una finalidad místico-religiosa y la forma en que los jóvenes y muchos adultos usan hoy las sustancias psicoactivas.
[5] Op. cit., p.23.
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